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sábado, 2 de marzo de 2013

Un Poco de Ayuda Humanitaria 3




Un Poco de Ayuda Humanitaria© (  Tercera "Instalación" ) 
G.O. Tigers , Ludo Mentis ®



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De manera diametralmente opuesta a la que habitualmente se nos ha enseñado que debe ocurrir o se ve en las producciones cinematográficas, en las que el buen hombre sale al recate de la injuriada honra de la dama a la que se le ha insultado,  Ernesto, en vez de haberse parado a jalonear o echar de aquel sitio al temerario ofensor, pusilánimemente evito enfrentarlo delante de su amada esposa, y actuando como si nada hubiese ocurrido se limitó a irse con ella en cuanto pudo.  

Así ya en el restaurante comenzó a volver la calma hacia él.   No obstante  sin atreverse a comentar con Hana absolutamente nada de lo sucedido, mientras comían de su cabeza no se apartaban todas aquellas palabras e imágenes de lo que el atrevido René le había dicho.   Hasta que sin querer o proponérselo  de repente al verla a ella comiendo a su mente llegó la angustiosa visión que sin remedio comenzó a agobiarlo.   
En la misma, y aun teniendo plena confianza en los buenos principios y fidelidad que Hana siempre le había demostrado, de pronto la visualizo teniendo íntimo contacto con el cuerpo de aquel negro desagradecido.
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Días mas tarde luego de aquel desatino, y sin que Ernesto de la Riba atinara a poner una solución a lo sucedido, como fuera pedirle a su jefe que lo echara fuera de la compañía, pretextando que quizás se había presentado a laboral bajo el influjo de alguna sustancia psicótica que lo hubiera hecho comportarse como lo había hecho, aparentemente todo había vuelto a la calma,  aunque para asegurarse que el alebrestado inmigrante fuera a buscar meterse en problemas o con su esposa, el apocado marido de la belleza oriental que tanto parecía haber inquietado al muchacho no dejaba de llamarla cada vez que podía y llegar a casa en cuanto le era posible.

¿Qué otra cosa puedo hacer?...  ¿Decirle a los Méndez lo que hizo y es mejor que pidan que lo cambien de residencia o saquen ya de este país?...      Pensaba sin poder concentrarse en su trabajo Ernesto cuando hasta su escritorio le fue llevada por un mensajero la invitación para celebrar un aniversario más de la compañía.

‑ Es que no sé…  Dirán que eso lo debí de haber arreglado de un puñetazo  en vez de dejar pasar cuatro días para ir a quejarme… ‑  Intentaba concluir lo mal que había hecho en no actuar de manera inmediata y dejarlo que se saliera con la suya.

La fiesta de aniversario, como tofos los años se llevaría a cabo en el salón de un lujoso hotel de la zona sur de la ciudad, donde como parte de los beneficios que la empresa ofrecía a sus empleados, tanto los visitantes del interior  como todos aquellos que desearan quedarse después de la fiesta tenían disponible el uso de alguna de las habitaciones para que pernoctaran y no se expusieran a tener algún accidente de tráfico al regresar a sus casas o ser aprehendidos por la policía del alcohol, pues el mismo corría incluso en mayor abundancia que los bocadillos, risas e indiscreciones de los convidados al fastuoso banquete.

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… ¿De veras tenemos que ir Jan?.,  tú sabes que a mi esas fiestas ya no me gustan…   Todos los años acaban con algún empleado borracho llorando porque lo dejó la esposa o el Señor Corcuera no lo valora como él se lo espera.‑   Alegaba Ernesto por la mañana de aquel sábado, intentando evadirse de la celebración.

‑ Ay Otto…  Ya sabes que sí tenemos que ir…  El Señor Corcuera me dijo que si acaso empezabas a querer inventarle que estabas enfermo con lo de la gota, te dijera que hasta en muletas te llevaría…  Hasta me dijo que si lo intentabas te recordara que le debías el favor de lo de René y que te lo cobraría sólo con que me llevaras y si querías luego te regresaras. ‑  Con una delicada sonrisa de sus labios rosados terminó de explicarle Hana que no había como pudieran evitar asistir a la fiesta, al tiempo en que se agachaba a darle un beso a su pequeño retoño al regresar de las tiendas que había visitado  durante la mañana  y en seguida checar su figura sobre el reflejo del enorme espejo de cuerpo completo que adornaba el elegante mueble del recibidor  de su casa.    Tras lo cual, más que cómo una promesa, un anticipo, tentó al renuente marido:

‑ Si no vamos, no verías lo que me compré Ottito, y creo que te gustará saber que nunca me había comprado algo tan así como tú dices…  Tan descarado, de “mírenme que ya llegué”…    Volvió a referirse de aquella manera cariñosa en la mezclando algo del japonés al español usaba para decirle esposo o esposito.

Bueno, pues ya que…    Aparte de la genuina curiosidad que le causó saber de que pudiera tratarse el atuendo que tan animada tenía a Hana porque la viera con el puesto, se dejó convencer que no tenía ya otra salida después de que el mismísimo jefe prácticamente había invocado la carta de obligatoriedad para que asistieran al evento y tomaría a mal que lo dejaran plantado.

Más tarde en casa de los De la Riba, Ernesto se hacía cargo del niño mientras Hana comenzaba a prepararse cuando ella le llamó a que subiera a la recamara para que viera un anticipo de cómo luciría con el vestido que planeaba usar para ir a la fiesta, pues aunque le gustaba como se le veía comenzaba a tener dudas al respecto de ponerse algo tan atrevido como lo que había comprado pero no sólo se le vería él puesto sino más gente de la oficina que le incomodaba lo que fueran a pensar cuando la vieran llegar a la fiesta.

…A ver Ernestín espérame aquí a que vaya a ver que se compró tu mamá. ‑   Dijo al pequeño movido por la inquietud de subir a verla.

‑¿Qué pasa?...   ¿Adónde está el vestido? – se sorprendió  de verla sin el puesto cuando entró al vestidor de la alcoba principal.

…Es que no sé si me atreva.  Está muy entallado y no sé si me sienta cómoda usando algo así en público o  que me lo vean los de la oficina.     Se excusó Hana antes de pedirle que también él se apurara a cambiarse.

‑Si Jan., yo me apuro, pero si  ya me lo cargaste a la tarjeta y me estás haciendo que vaya a la chocante fiesta ésa.,  ¡Tú te lo pones  lo que se a que te hayas comprado o no voy!...   – Movido por estresante morbo curioso la exhortó chantajeándola.

‑Pero es que está demasiado sexy Otto…  No sé si parezca shirigaruonna, yariman‑  Dijo sonrojándose al usar aquellas palabras tan temidas y poco honorables que en muy raras ocasiones había escuchado ser utilizadas por sus padres y abuelos para referirse hacia una mujer.

‑Bueno Jan, no sé exactamente que quieras decir con eso…  ¿Qué si te refieres a que enseñes de más o los compañeros tengan ideas de que se les va a hacer contigo., ése ya es problema de ellos porque el que va y regresara a la casa con mi señora soy yo aunque se les antoje como te veas…    Así que ya te dije.,  no sé que te hayas comprado pero si no te lo pones no voy aunque Corcuera me lo reclame el lunes.‑  Declaró contundente pasando hacia la regadera sin darle tiempo para que la apenada Hana no alegara ya más.

La suerte estaba echada y sellada aun antes de que la moneda cayera hasta el suelo…
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